La exposición de las artistas Natalia Holvoet y Francisca Eluchans nos presenta dos formas de entender la fotografía y las preguntas que pueden derivar de la experiencia visual del paisaje chileno. Ambas logran una suerte de suma y contraste de espacios que van desde la quietud y la vastedad, hasta a la investigación y montaje de espacios sobrepoblados.
La obra de Natalia Holvoet busca establecerse desde esa mezquindad con la que el desierto desafía a cualquier espectador. A esto le agrega una frase: “El tiempo es irrecuperable”. Justamente, esta frase se ubica en el espacio donde se hace menos evidente. A partir de ese enunciado, se registra el paso del tiempo donde parece que todo estuviera detenido, si no fuera por la evidencia de la fotografía, entendida como una forma de retratar la acción de la luz sobre los paisajes. La obra trabaja con cerros como espacios monolíticos y permanentes pero representados como si fueran subjetividades, espacios referenciales de un espectador acostumbrado al paisaje del norte de Chile. ¿Cómo pasa el tiempo en los lugares que nunca van a cambiar para nosotros? Esta pregunta, una de las que hace en esta muestra, intenta resolverse mediante el registro fotográfico a intervalos de apenas algunos segundos, como si hubiera una ansiedad por representar aquello que solo puede ser visto en el inicio y el fin del día en una experiencia de atenta contemplación.
El trabajo de Francisca Eluchans, por su parte, se construye desde la acumulación de biografía y arquitectura propia de las ciudades. Edificios y casas como ladrillos de un paisaje urbano, que en la confusión de las épocas y estéticas termina por ser intemporal, artificial y, por ende, termina por producir una transformación del paisaje en un escenario de ficción. A este trasfondo se le agregan hombres y mujeres en función de su espacio en la urbe: niños, adultos, ancianos, trabajadores realizando sus oficios en laberintos caóticos de construcciones antiguas, recicladas y modernas. Las fotografías son tomadas por la propia artista, lo cual nos presenta la paradoja de si esto hace más referencial o aún más ficticia la obra. No es solo una construcción mediante collage, sino una ilusión de tridimensionalidad, una especie de falda de cerro de Valparaíso, aunque con elementos de diversas ciudades, a veces descontextualizados y a veces montados casi como un testimonio de cómo las ciudades chilenas se reconstruyen, se corrigen y se acumulan a sí mismas.
La oposición que puede plantearse frente a ambas obras termina por ser la suma de dos experiencias visuales claves en la representación del paisaje del país. La lentitud propia del paisaje natural haya su opuesto en la acumulación de tiempo, modernidad y ruina de los centros urbanos, con su atiborramiento y desorganización. Esa voluntad de las ciudades y pueblos de agruparse y diferenciarse de los extensos espacios deshabitados y vacíos de Chile es la premisa desde la que la obra representa dos experiencias casi opuestas.
Juan Santander Leal
Licenciado en Literatura
Universidad de Chile.
Fechas: | 14 de diciembre 2012 al 26 de enero 2013. |
Horario: | Lunes a sábado, 10 a 20 hrs. |
Lugar: | Ex Sala Blanca. |
Entrada: | liberada. |
Convenios: |